HYPOMNEMATA

Los hypomnemata eran cuadernos de escritura: en ellos se encontraban citas, fragmentos de escrituras o pensamientos del propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas, pensadas, y se atesoraban en esas páginas desordenadas, heterogéneas. Se trataba de un ejercicio en el pensamiento que no tenía como fin el decir lo indecible, sino captar lo ya dicho, de reunir lo leído. Eran escrituras sobre lecturas, y el fin de las mismas, la constitución de sí mismo. Era una escritura que posibilitaba la transformación de la verdad que nos damos a nosotros mismos. Una escritura que constituía con las propias palabras y las de otros un "cuerpo", como el propio cuerpo de quien, al transcribir sus lecturas, se las apropia y hace suya su verdad.







sábado, 31 de diciembre de 2016

"¿Esto era la vida? Bien. ¡Otra vez!"



Hay algo que me conmueve de estas fiestas paganas de fin de año y principio de uno nuevo. Diría que es algo del orden de la inquietud y de la expectativa, cierta afirmación incómoda, una pulsión de vida que no admite razones, desazones, infortunios. Ahí están, escritos los propósitos y deseos de cada quien, las miradas retrospectivas de lo que pasó, la actitud de cómo hemos quedado paradas y parados frente a lo que viene, la exigencia de lo que podemos hacer, la tensión respecto de nuestras fuerzas para transformar algo de nuestro presente. Se trata de un ethos -le decían los griegos- o un modo de vida lo que emerge desnudo o crudamente en nuestras palabras. Es una ética la que deja surgir desde nuestra profundidad -digámnosle el alma o las vísceras, da igual- los deseos respecto de esta bisagra temporal, que celebramos año a año. Aunque todas y todos hayamos experimentado años más largos, años que duran más, años que parecen no terminarse. En cualquier caso, se trata de ciclos. Y los ciclos suponen una idea del tiempo circular. Contrario al continuum sin principios ni finales del tiempo lineal. 

Para Nietzsche, la idea del eterno retorno es la más difícil y la más terrible. La idea de que el tiempo es infinito, precipita a pensar que todo –las constelaciones de fuerzas y formas, todas las configuraciones espacio-temporales, todas las alegrías y todos los sufrimientos- volverán y volverán una cantidad infinita de veces, eternamente. No cabe, en este pensamiento, suponer que podríamos haber hecho las cosas de otro modo. En las mismas circunstancias, probablemente, se repetiría aquél pasado del que renegamos. Por eso Nietzsche no otorga tanto peso a la doctrina física del eterno retorno, como a su doctrina ética. “¿Quieres esto aún una vez más y un número infinito de veces?”. La posibilidad de la diferencia se encuentra en el instante en que nos preguntamos si quisiéramos que esto que hacemos/esto que pensamos/esto que sentimos, se repita eternamente. Es una ética en cuanto prescribe una regla a nuestra voluntad, sintetizada en el precepto: “lo que quieres, quiérelo de tal manera, que quieras con ello también su eterno retorno”. 

Como son cosas profundamente difíciles, la afirmación de lo que fue -tal y como fue-, y la pregunta que interroga por lo que soportamos que se repita, cada año siento esa suerte de conmoción. O emoción. O potencia. No sé bien todavía cómo nombrarlo. Lo que me conmueve cada año, a pesar de todo, es el empeño de estas palabras de F. Nietzsche, que hice mías hace tantos años cuando las leí por primera vez, y que año a año retornan: "¿Esto era la vida? Bien. ¡Otra vez!"

jueves, 29 de septiembre de 2016

A propósito de los femicidios


Hanna Arendt cuando asiste al juicio de Eichmann se sorprende de no encontrarse con un monstruo: contrariamente a lo que esperaba, parecía un tipo normal. De allí surge su tesis sobre la banalidad del mal: quien comete un crimen no necesariamente está "poseído por el mal" o por el "demonio", no es necesariamente un monstruo, sino alguien que obedece. Lo que lo caracteriza entonces es la ausencia de pensamiento. Es la irreflexión de un criminal actuando bajo el cumplimiento de órdenes. Quizás cada uno de los femicidios de las y los que somos testigos no encajen exactamente en este tipo de acto criminal: exceptuando que consideremos el patriarcado como aquél sistema al que se obedece. No se trata de alguien que se vovió loco, sino de un hijo sano del patriarcado. Entonces, qué hacemos? Sino ir contra los principios del patriarcado y de su ideología, de ser insubordinadas e insubordinados a ellos? Hay una tarea pedagógico-crítica de la que tenemos responsabilidad. De lo que se trata es de la desobediencia a los principios que nos someten y nos matan, y nos constituyen en estereotipos, roles e imágenes de lo que una mujer deber ser/hacer. Vivas nos queremos!

domingo, 4 de septiembre de 2016

Afectos y movimientos locales

Si todavía creemos en el cuerpo como cosa, como algo que nos pertenece, de nuestra propiedad o identidad. Si creemos que es "uno" y "nuestro". Si estamos convencidos de sus fronteras, de sus límites, de sus "adentro" y "afuera", vale la pena leer y releer a GDeleuze y FGuattari :
"Un cuerpo no se define por la forma que lo determina, ni como una sustancia o un sujeto determinados, ni por los órganos que posee o las funciones que ejerce. En el plan de consistencia, un cuerpo se define por una longitud y una latitud: es decir, el conjunto de los elementos materiales que le pertenecen bajo tales relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud; el conjunto de los afectos intensivos de los que es capaz, bajo tal poder o tal grado de potencia. Tan sólo afectos y movimientos locales, velocidades diferenciales".
                                                G. Deleuze y FGuattari en Mil Mesetas

Alicia en


Una de las cosas muy extrañas de que los hijos se vayan "haciendo grandes" es el cambio de las dimensiones : de repente es como haber caído en el mismo agujero que Alicia y haber bebido algo que me volvió pequeña respecto del tamaño de ellos. Acaba de pasarme, cuando estaba frente a un espejo, y Ulises apareció por detrás...

Gestores

No deja de preocuparme la burocratización del conocimiento, las formas en que se nos vuelve "gestores del saber", los empleados del mes de las grandes maquinarias por donde supuestamente circula lo que producimos. ¿Qué está pasando mientras cumplimos, fervorosamente, fervientemente, febrilmente, con la escritura de papers, con las direcciones de tesis, con la evaluación de artículos, con el dictado de cursos de posgrado?
En *Vigilar y Castigar*, hace cuarenta años, Foucault decía a propósito de cómo se constituye nuestra subjetividad moderna, mediante un doble registro, el de los filósofos/médicos/juristas y el técnico-político que vuelve a los cuerpos dóciles y sumisos: "Mientras los juristas o los filósofos buscaban en el pacto un modelo primitivo para la construcción o la reconstrucción del cuerpo social, los militares y con ellos los técnicos de la disciplina, elaboraban los procedimientos para la coerción individual y colectiva de los cuerpos”.
Y yo me pregunto ¿qué estamos haciendo los filósofos, los juristas, los médicos hoy -en nuestra actualidad, en nuestro presente- para no volver a conceder la misma distracción histórica con nuestros intelectualismos, nuestra peculiar forma de pensar que transformamos el mundo? ¿Para -en definitiva- colaborar a las nuevos modos de codificarnos, de volvernos sumisos, dóciles, subordinados? ¿Qué enorme elefante nos pasa por detrás, mientras intentamos ponerle palabras, conceptos, métodos a la configuración subjetiva neoliberal?

Para una genealogía de las marcas genéticas



Mi abuela materna murió cuando tenía 21 años. Se llamaba Pola Esther Ortiz. No sé mucho de ella, porque ni mi mamá la conoció, murió cuando ella era bebé. Sabía que ella y mi abuelo estudiaron en San Rafael para maestros. Y como a todas y todos nos pasa, quise saber más de ella. No hay mucho: apenas un periódico de la Escuela Normal Mixta de San Rafael, del año 1947, donde ella escribió algo sobre el Himno Nacional, con una pluma sorprendente en 4to año. Y una libreta donde sus compañeras, compañeros y profesores le escribieron cosas, algunas de las cuales me dicen de ella.
Me encontré con esta dedicatoria, de Alfredo Bufano, el escritor y "poeta de lo cotidiano", quien conoció a José Ingenieros y fue amigo de Alfredo Palacios y Alfonsina Storni. Una dedicatoria con las marcas propias de su historia y pregonando una felicidad muy nietzscheana, una "felicidad del espíritu que nunca está al alcance de los mediocres, por más pedagogos que sean".

La historia hay que buscarla en el cuerpo.



martes, 14 de junio de 2016

Sólo una cosa no hay. Es el olvido, dice Borges.
Y cuánta verdad. Si nuestra piel ha registrado, pese a sus múltiples metamorfosis, las marcas, los surcos, las arrugas, las heridas, la música, las palabras. Si todo nuestro cuerpo es la superficie en la que nuestra historia ha registrado memorias. Si es verdad que somos un pliegue de la exterioridad, y entonces, simplemente somos las marcas del afuera, como cuando se dibuja un doblez -o muchos- en una tela.

lunes, 30 de mayo de 2016

De infancia


Muchas de las imágenes de Alain Laboile parecen retratar mi infancia: o el recuerdo de ella, o lo que de ella queda de diferentes subjetivaciones. Algo me dice que está allí. Que puedo dar un paseo o un viaje relámpago: sólo mirando cómo las hormigas trabajan -mirándolas muy de cerca- o diciéndole a uno de mis gatos que sí, que él es una pantera -la conexión con ellos no se modificó ni un ápice- . O extraviando la mirada cuando el aire es fresco. O también olvidándome que el tiempo pasa cuando lo que se ve pasar es el agua en una acequia. O recordando los escondites secretos en mi habitación, o el vértigo de la velocidad de la bici. O leyendo, cuando leer es entregarse al vaivén de las palabras sin escudriñar su sentido. Cuando por momentos logro escaparme del influjo de la identidad: sí, ahí está esa niña.

lunes, 23 de mayo de 2016

Responder con la vida

Como siempre que se conecta con una idea, aparece brotando en diferentes lugares, diciéndonoslo por todos lados, como ahora, por la literatura y la filosofía, confluyendo. El primero es de Sándor Marai, el segundo de Gilles Deleuze:
"Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con qué palabras y con qué argumentos trate de defenderse. Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son estas: ¿Quién eres? … ¿Qué has querido de verdad? … ¿Qué has sabido de verdad? … ¿A qué has sido fiel o infiel? … ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía? … Éstas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera".
SMarai
"Nietzsche vuelve a poner en cuestión todo el problema de la orientación del pensamiento: ¿acaso no es según otras direcciones como el acto de pensar se engendra en el pensamiento y el pensador se engendra en la vida? Nietzsche dispone de un método de su invención: no hay que contentarse ni con la biografía ni con la bibliografía, hay que alcanzar un punto secreto en el que es la misma cosa una anécdota de la vida y un aforismo del pensamiento"
GDeleuze

sábado, 16 de abril de 2016

A propósito de la importancia de la cultura en la constitución de un sujeto político

"Antes que tradiciones y preceptos transmitidos por medio de la lengua, los hombres de cada tiempo están, lo sepan o no, educados y dispuestos políticamente a través de la música. Los griegos sabían perfectamente aquello que nosotros fingimos ignorar, esto es, que es posible manipular y controlar una sociedad no sólo a través del lenguaje, sino principalmente a través de la música."

Giorgio Agamben

Propiedad privada

Casi doscientos años después, y la propiedad privada sigue pasando por un hecho natural, la economía sigue con sus metáforas climáticas, la igualdad sigue concibiéndose como igualdad en el punto de largada. Habrá que hacer genealogía, mostrar los cruces entre el cuerpo y la historia. Y volver, una y otra vez, no sólo a Freud y a Nietzsche. También a Marx.
“La economía política parte del hecho de la propiedad privada; no lo explica. Concibe el proceso material de la propiedad privada, como ocurre en la realidad, en fórmulas generales y abstractas que sirven entonces como leyes. No comprende estas leyes; es decir, no demuestra cómo surgen de la naturaleza de la propiedad privada. La economía política no aporta una explicación de la base de la distinción entre el trabajo y el capital, entre el capital y la tierra. Cuando, por ejemplo, se define la relación de salarios y utilidades, esto se explica en función de los intereses de los capitalistas; en otras palabras, lo que debe explicarse se da por supuesto” (MARX, Karl. “El trabajo enajenado”. En Manuscritos económicos filosóficos).

Nosotros, los filósofos, no somos libres de separar el cuerpo del alma

"Un filósofo... no puede actuar de otra manera más que transformando continuamente su situación bajo la forma y lejanía más espirituales -la filosofía es precisamente este arte de la transfiguración. 
Nosotros, los filósofos, no somos libres de separar el cuerpo del alma, como lo hace el pueblo; aún menos libres para separar el alma del espíritu... 
Nosotros continuamente tenemos que parir nuestros pensamientos desde nuestro dolor y proveerles maternalmente de todo cuanto hay en nosotros de sangre, corazón, fuego, placer, pasión, tormento, conciencia, destino, fatalidad. 
Vivir -ello significa para nosotros transformar continuamente todo lo que somos en luz y en llama, también todo lo que nos hiere. 
Simplemente no podemos hacer otra cosa...
Sólo el gran dolor, ese largo y lento dolor que se toma tiempo, en el que nos quedamos de forma parecida a la leña húmeda, nos obliga a nosotros, filósofos, a descender a nuestra última profundidad, así como a apartar de nosotros toda la confianza, toda la buena disposición, encubrimiento, suavidad, vulgaridad, en las que tal vez habíamos encontrado nuestra humanidad. No sé si un dolor semejante nos hace 'mejores'; pero sí que sé que nos hace más profundos."
Vivir -ello significa para nosotros transformar continuamente todo lo que somos en luz y en llama, también todo lo que nos hiere. 
Simplemente no podemos hacer otra cosa...
Sólo el gran dolor, ese largo y lento dolor que se toma tiempo, en el que nos quedamos de forma parecida a la leña húmeda, nos obliga a nosotros, filósofos, a descender a nuestra última profundidad, así como a apartar de nosotros toda la confianza, toda la buena disposición, encubrimiento, suavidad, vulgaridad, en las que tal vez habíamos encontrado nuestra humanidad. No sé si un dolor semejante nos hace 'mejores'; pero sí que sé que nos hace más profundos."

F. Nietzsche: "La ciencia jovial", Biblioteca Nueva, prefacio a la segunda edición, #3

lunes, 11 de abril de 2016

Propiedad privada

Casi doscientos años después, y la propiedad privada sigue pasando por un hecho natural, la economía sigue con sus metáforas climáticas, la igualdad sigue concibiéndose como igualdad en el punto de largada. Habrá que hacer genealogía, mostrar los cruces entre el cuerpo y la historia. Y volver, una y otra vez, no sólo a Freud y a Nietzsche. También a Marx.
“La economía política parte del hecho de la propiedad privada; no lo explica. Concibe el proceso material de la propiedad privada, como ocurre en la realidad, en fórmulas generales y abstractas que sirven entonces como leyes. No comprende estas leyes; es decir, no demuestra cómo surgen de la naturaleza de la propiedad privada. La economía política no aporta una explicación de la base de la distinción entre el trabajo y el capital, entre el capital y la tierra. Cuando, por ejemplo, se define la relación de salarios y utilidades, esto se explica en función de los intereses de los capitalistas; en otras palabras, lo que debe explicarse se da por supuesto” (MARX, Karl. “El trabajo enajenado”. En Manuscritos económicos filosóficos).